viernes, 25 de noviembre de 2016

Relato 2: CIUDAD DE PANAMÁ

Miércoles 20 de febrero de 2008. Tuve el vuelo más corto de mi vida
Estaba muy feliz. Llegamos al aeropuerto Tocumen a eso de las nueve de la noche. Íbamos a viajar en colectivo hasta el centro, pero como era lejos arreglamos con un taxista que nos lleve. En el camino ya se podían ver las inmensas torres y rascacielos que adornan la ciudad con sus luces. Me di cuenta que llegué a la primer gran ciudad del viaje. El taxista resultó ser muy macanudo y nos recomendó un hotel en un lindo y tranquilo barrio como Bella Vista. Esa misma noche salimos a dar unas vueltas por la zona rosa, es decir, la zona donde está la movida nocturna. Por momentos me sentía en otro lugar. Podría ser en Beverly Hills, en algún barrio caro de San Francisco o en cualquier otro lugar donde haya alto poder adquisitivo. Nunca me imaginé encontrarme con los autos y camionetas que hay en Ciudad de Panama. Vehículos que en mi vida vi, ahora los tenía delante de mis ojos circulando por las calles. Me fui a dormir muy sorprendido.

El sábado por la mañana fuimos a conocer la ciudad vieja y el casco histórico. Para llegar tuvimos que caminar bastante ya que decidimos ir por la costanera y a pie. Recorrí toda esa parte de la ciudad y la encontré un poco abandonada y sin nada que me llamé la atención. Luego queríamos ir a una zona llamada Amador que nos habían dicho que tiene una linda amarra con barcos y que para pasear y almorzar es hermoso. Entramos a las oficinas de la policía de turismo a preguntar cómo llegar a ese lugar. Nos atendieron de una manera muy gentil y nos ofrecieron llevarnos en un patrullero porque no querían que pasemos por un barrio muy pobre que podía ser peligroso. Así que por primera vez en mi vida me subí a un patrullero de la policía. Estuvimos charlando y se ve que les caímos bien porque no solo nos llevaron hasta ahí, sino que recorrimos toda esa zona arriba del patrullero.
Y por último nos llevaron al shopping más grande de la ciudad: Albrook. Este mall es realmente enorme. Fuimos directo a comer al patio de comidas. El resto del día lo pasamos haciendo shopping. Primero en Albrook y luego fuimos a la zona del centro para seguir caminando y viendo que hay de interesante para comprar. Llegamos al hotel destrozados. Fue sin duda el día que más caminamos. Me fui a dormir luego de una cena a base de frutas y de dar una vuelta y entrar a un par de lugares en la zona rosa.

El domingo arrancamos más tarde de lo común. Llegamos al Canal de Panamá cerca del mediodía. Sacamos el pasaporte completo que incluye además del mirador la entrada a ver un vídeo y un museo muy bien hecho. Es muy interesante ver cómo funciona todo el sistema del canal. Tuvimos la suerte de poder ver en vivo cómo funcionan las esclusas y como los barcos van pasando a través de este. Es realmente una obra impresionante de ingeniería la que se basa principalmente en una fuerza llamada gravedad. Cuando salimos del canal nos fuimos a comer al Albrook ya que estábamos bastante cerca y además se come muy bien y no es para nada caro. En la mañana habíamos llamado a ese indio Kuna llamado Aarón y no logramos comunicarnos. Al rato por suerte me logro comunicar y el sueño de conocer San Blas ya era real. Arreglé todo y al día siguiente nos pasaba a buscar por el hotel una 4×4 a las 5:30 de la mañana.
Islas de San Blas, hogar de los indios Kuna, paraíso total, es el tema del próximo relato.

Escrito por Matías Candel [maticandel@hotmail.com]

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